
Bled, el lugar más bello de Eslovenía
Hoy me toca hablar de un destino poco conocido por la mayoría pero que merece la pena conocer : Eslovenia, uno de los países que nos ha regalado la desintegración de la URSS. Es un destino poco conocido y un país bastante pequeño pero tiene unos rincones preciosos y justamente, os voy a a hablar de uno de ellos, Bled : “la isla más idílica del mundo” según varias encuestas de viajes… ¡y realmente lo es!
Por lo tanto : ¡Bienvenidos a Bled en la región de Gorenjska! Su lago, su capilla instalada en una islita en medio del agua, su castillo y las callejuelas del pueblo escondido en las faldas de los Alpes Julianos son realmente el escenario de un cuento de hadas. Ya sea para un estancia relajada de algunos días o para una escapada de la capital, Ljubjana a tan solo una hora de allí merece la pena ir a perderse durante un tiempo en este paraíso habitado desde el año 1000 por los obispos de Brixen a los que el emperador alemán Enrique II había cedido las tierras para al final, pertenecer a la Corona de Austria. Una leyenda cuenta además que la campana de la iglesia, construida en el siglo XVI, fue mandada hacer por el mismísimo Papa. Este regaló la campana a la iglesia porque la original, mandada a la isla por una desconsolada viuda, se hundió en el lago durante una terrible tormenta que acabó con parte de la torre. Por ello los habitantes consideran que la iglesia no tiene una campana sino dos, la del Papa y la que sigue cuidando el lugar desde el fondo de las aguas del lago.
Para disfrutar al máximo de la visita, unas embarcaciones tradicionales de madera, las pletnas, llevan desde hace siglos a los visitantes desde la orilla a la isla, cada una con un nombre de mujer… Manejadas con pericia por los pletnarji que reman de pie, las barcas llevan al viajero al pie de los 99 escalones que tendrá que recorrer para llegar hasta las puertas de la iglesia de la Asunción de la Virgen. Allí podrá no solo escuchar sino también tocar la campana legendaria mientras se pide un deseo que, según la leyenda, siempre se verá cumplido… Pueden continuar la visita por algunos de los caminos que bordean el lago probando otro transporte tradicional, los fijakerji, unos robustos coches de carruajes.
Y si lo queréis es disfrutar de las mejores vistas sobre este pequeño paraíso tenéis que subir hasta el castillo, merece la pena la visita porque el entorno del lago con los alpes y el bosque es espectacular. Si tenéis la suerte de ir como yo en otoño ya se convierte en un espectáculo de la naturaleza. El castillo por si mismo no ofrece un gran interés arquitectónico, pero si que está muy bien preparado para ofrecer una pintoresca visita incluso con niños. El castillo tiene por ejemplo una imprenta donde se puede conocer el proceso de la imprenta manual y en la bodega también se puede escoger una botella de vino (¡para los progenitores!) y sellarla con un bonito sello de cera. También se puede visitar la herreria y tomar algo en el restaurante del castillo. Es incluso el lugar idóneo para probar el “kremna rezina o Kremsnita“, un delicioso pastel con base de hojaldre, relleno de crema pastelera y terminado por una capa espesa de nata montada típico de Bled. ¡Tan bueno para el alma como malo para la silueta!