
Visitar Beijing : ciudad de contrastes
Sin que sirva de precedente empezaré este post con una advertencia : “¡no se os ocurra visitar China ni la primera semana de mayo ni la primera de octubre!” Lo he vivido en primera persona así que haced el favor de creerme : en mayo los chinos celebran el 1 de mayo durante 3 días y suelen aprovechar para coger 2 días más de vacaciones para disfrutar de una semana completa y en octubre tienen directamente una semana de vacaciones para festejar la creación del Partido Comunista Chino. Se calcula que para esas dos fechas viaja alrededor de un 30% de la población china y visitan los principales lugares turísticos del país. Contando así por encima son unos 400 millones de personas moviéndose por el país (el 95% del turismo en China es… chino!) y os aseguro que se nota en la afluencia, en la duración de las filas y en los atascos en las ciudades… ¡de hecho, en Beijing, pasé más tiempo en el coche que en las visitas!
También lamente un poco no poder recorrer algún hutong, esos barrios de casas bajas y calles muy estrechas, alojamiento habitual de los chinos de clase baja antes de la llegada del comunismo cuando hubo que destruirlos todos para construir amplias avenidas y edificios altos y
Dicho esto, os voy a hablar un poquito ahora de la capital de Reino Medio que conseguí ver a pesar de sufrir circunstancias un poco adversas… Lo primero que hay que tener en cuenta en Beijing es que las distancias son muy grandes, los monumentos están a menudo alejados unos de otros y hay mucha circulación aún cuando no es festivo por lo tanto paciencia que al final se llega a los sitios pero cuesta lo suyo.
La primera visita obligada es para la Plaza Tian’anmen, imponente donde las haya esta plaza es la cuarta mayor mayor del mundo con su 440.000 m2. 880 m de largo por 500 de ancho para ser más exactos. Allí es nada! Su nombre significa “plaza de la puerta de la Paz Celestial” y además de ser el corazón de Beijing es también la sede de los principales órganos de poder chinos. Unos trabajos emprendidos en 1959 la convirtieron en la plaza más famosa y más grande del mundo eclipsando la de la Puerta de la India en Delhi o la plaza del Desfile en Varsovia (a día de hoy la mayor plaza de Europa). Los trabajos duraron 17 años y, cumpliendo el sueño de Mao, añadieron a la plaza una inmensa puerta de casi 35 m de alto con sus pilares rojo “chino” y un doble tejadillo amarillo que deslumbra cuando el sol aparece en la capital (cosa no muy habitual con la contaminación, todo hay que decirlo…) y domina el eje norte sur de la plaza marcando el acceso a la Ciudad Prohibida, el más usado durante las dinastías Ming y Qing.

En esa zona es donde están la mayoría de los hutongs de Beijing,el casco antiguo de la ciudad en realidad, los pocos que no han sido destruidos por el afán urbanístico del régimen de Mao en un principio y casi totalmente borrados del mapa con las grandes construcciones previstas para la celebración de los Juegos Olímpicos de 2.008. Son unos barrios tradicionales con casas construidas alrededor de un patio central donde se colocaban todos los espacios comunes cocinas, sanitarios… etc… Las casas se construían alrededor de ese patio, casas de una sola planta generalmente hechas de piedra gris, madera y tejados de tejas. Alguno son más recomendables que otros para visitar pero es curioso ver este trozo de vida tradicional donde no es raro ver a las personas paseando en pijama o dedicándose a lavar la ropa en el lavadero comunitario. como si el tiempo hubiese parado para descansar en el pasado reciente de China…

Ante la plaza, el puente de las Aguas de Oro lleva hasta la explanada y dos columnas ornamentales delimitan el lugar con sus esculturas de dragones simbolizando el poder imperial y muy cerca una pareja de leones montan orgullosamente guardia. Se calcula que Tian’anmen puede acoger alrededor de 1 million de personas durante los grandes acontecimientos como el aniversario de la creación del Partido Comunista en octubre.
Si sois madrugadores podéis acercaos para ver izar la bandera coincidiendo con el amanecer o si sois más nocturnos quizás os inspire más ver cómo se recoge cuando desaparece el sol detrás del horizonte. La asistencia a este acto puede variar entre unos pocos aficionados hasta varios millares de espectadores los días festivos o conmemoraciones militares. ¡Todo ello aderezado por el sonido del himno nacional por supuesto!

Aunque el monumento más famoso de la plaza es sin duda el Mausoleo de Mao. Este inmenso edificio gris alberga la momia del “Gran Timonel” y es el monumento más visitado de China, son millones los chinos (y muchos turistas extranjeros también) los que acercan a rendir homenaje al que para muchos sigue siendo el gran artífice de la China moderna. Aviso que no es sencillo conseguir entrar ya que la entrada está permitida un par de horas o tres al día generalmente entre las 8h30 y las 11h30 de la mañana de martes a domingo. Si estáis muy interesados, os recomiendo encarecidamente llegar muy pronto porque a menudo ya cierran la fila sobre las 10h de la mañana para que puedan pasar todos los que están congregados a la espera de entrar… Al interior os espera un recinto casi a oscuras que alberga la momia de Mao rodeada de silencio y de una inquietante luz rojiza. Visita imprescindible para unos y totalmente prescindible para otros : ¡lo mejor es judgar por vosotros mismos! La visita es gratuita pero no se puede entrar con ningún bolso, mochila, cámara… todo debe quedarse en una consigna a cambio de unos 20 yuanes, unos 3 euros. Eso sí, una vez dentro se sale muy rápido porque apenas se puede parar ante el féretro por lo que en menos de un minuto está terminada la visita.
Y cumplidas nuestras obligaciones con el antiguo dirigente de China podemos dirigirnos a la Joya de la Corona, la Ciudad Prohibida. Está abierta todos los días del año de las 8h30 a las 17h (hasta las 16h30 del 15 de octubre al 15 de abril). En los días de más afluencia del verano puede ser que abra sus puertas a las 08h de la mañana para evitar la masificación desde primera hora. El precio dela entrada es de 60 yuan es decir aproximadamente unos 8-9 euros.
Esta “ciudad” es el palacio imperial más grande del mundo así obviamente al menos de dedicarle todo el tiempo de la estancia en la ciudad no se puede ver todo, el conjunto monumental está formado por 980 edificios y más de 8.700 salas. Así que mejor tomárselo con calma… Las dimensiones son realmente enorme, si hablamos de la Ciudad en si, sin contar el foso, son 960 m de largo por 750 m de ancho, es decir que habría que recorrer una superficie de 750.000 m2 cuadrados para conocer toda la Ciudad lo que es obviamente imposible…
En la mayoría de las visitas los visitantes se dedican sobre todo a conocer los 7 principales templos que se asientan en el eje central de la Ciudad, de sur a norte :
- Palacio de la Suprema Armonía
- Palacio de la Armonía perfecta (un poco más pequeño)
- Palacio de la Armonía Preservada
- Palacio de la Pureza Celestial
- Palacio de la Unión (más modesto también)
- Palacio de la Tranquilidad terrenal
- Palacio de la Paz Imperial
Y al llegar al final se accede a los Jardines del Norte y a la Puerta de la Proeza Divina para salir del complejo. Para completar este paseo os recomendamos hacer alguna escapada hacía los laterales del pasillo central y acercarse en particular a 4 edificios : el Palacio del Alimento del Espíritu donde se puede ver la habitación del Emperador, el Palacio de la Tranquilidad Benevolente estancia de las esposas del Emperador, el Salón de la Gloria Literaria, único edificio cubierto de tejas verdes y que albergaba la Biblioteca Imperial y el Palacio de la Felicidad Ampliada (también conocido como Palacio de Cristal), único edifico de estilo occidental en todo el recinto.

Ya empapados de cultura imperial china podremos seguir hacia el Templo del Cielo, es el mayor templo de todo China y Patrimonio de la Humanidad desde 1.998. Se construyó entre 1420 y 1425 durante la Dinastia Ming y se utilizaba para dar las gracias al Cielo por lo recolectado en otoño y rogar por buenas cosechas en primavera. El edificio es circular con un diámetro de 30 m y una altura de 38 m, si ya es alto en sí mismo está además construido encima de 3 terrazas circulares de mármol blanco que le dan todavía más prestancia. El edificio está rematado por un triple tejado de tejas azules y presenta una bola dorado en lo alto de su cúpula. Al interior 28 columnas monumentales y decoradas con pinturas rojas y doradas sostienen un techado abovedado y artesonado espectacular. Las 4 columnas más grandes simbolizan las 4 estaciones, otras 12 simbolizan los meses del año y las últimas 12 columnas simbolizan las divisiones de un día en China. El lugar dispone además de una acústica perfecta para oír desde cualquier punto de la sala durante las ceremonias imperiales. Durante vuestra estancia en China vais a ver muy a menudo la silueta de este templo porque es el símbolo de las oficinas de turismo chino así que os va a acompañar a lo largo de vuestro viaje a China.
Además el templo está situado en el Jardín de Tiantan Gongyuan, ahora público, un lugar ideal para poder ver cada día por la tarde o a lo largo de todo el día en festivos, a beijineses dedicándose a sus ocupaciones favoritas. Es muy habitual ver a varios grupos de personas jugando al ajedrez chino (¡con fichas redondas!) al Mah Jong, un curioso juego de fichas inspirado según dicen de los antiguos oráculos de la Corte Imperial o sencillamente a bailar o cantar. Es algo común en muchos parques de la capital que se transforman en una suerte de espectáculos en vivo del folclore más tradicional del país : se pueden ver desde ensayos de danzas sagradas ejecutadas por danzarines anónimos pasando por personas mayores haciendo Tai Chi y hasta aficionados de Opera Chino cantando las obras más conocidas. Unas canciones nada sencillas para un oído occidental todo hay que decirlo…

Después de este relajante encuentro con la China más auténtica quizás sea una buena idea seguir un poco más el ambiente imperial y terminar el día cenando en Casa Bai. Es un precioso palacete, de los pocos que quedan en Beijing, que trata de reproducir el esplendor de la dinastia Qing tanto en la cocina que se sirve como en el entorno natural y las estancias. Es realmente un sitio precioso, la parte de los jardines es espectacular con mini lagos, puentes, decoraciones de rocas y accesorios de la época como un palanquín o unos conjuntos de mesas y asientos totalmente hechos de porcelana con los que todavía sueño…
Todo allí está hecho para olvidar el mundo exterior, unos jovencitos vestidos con trajes típicos vienen a buscar a los comensales a la calle con un farolillos rojos para llevarlos hasta la entrada del restaurante. Allí camareras vestidas con diferentes trajes típicos de la dinastia Qing, según que sean bailarinas, camareras, responsables de camareras o encargadas de sala recorren este encantador lugar para atender de la mejor forma a todos los clientes. Como es común en toda China no habla nadie inglés así que poco se le puede preguntar sobre los platos pero si vais acompañados de un guía él si que os podrá explicar un poco más el significado de los colores de los trajes, la jerarquía de cada trabajador del “palacio” y también os explicará la composición de algunos platos. No tengo claro lo que comí sinceramente, ¡incluso creo que me comí los postres antes del plato principal por desconocimiento y falta de comunicación con la camarera! Pero lo que sí recuerdo es que todo estaba muy bueno aunque con sabores peculiares sobre todo unas costillas de cerdo ácidas, una mezcla de sabores que nunca había probado, pero todo muy apetecible y merecedor de un precio algo más caro que cualquier restaurante de Beijing… ¡pero el marco es incomparable!
Y con este paréntesis gastronómico cerramos el recorrido por Beijing, nos acercaremos al monumento más conocido de China : la Gran Muralla.